viernes, 4 de octubre de 2013

Sólo por amor

Camino por mi camino.
Mi camino es una ruta con un solo carril: el mio.
A mi izquierda, un muro eterno separa mi camino del camino de alguien que transita a mi lado, al otro lado del muro.
De vez en cuando, en este muro encuentro un agujero, una ventana, una hendidura... Y puedo mirar hacia el camino de mi vecino o vecina.
Un día, mientras camino, me parece ver, al otro lado del muro, una figura que transita a mi ritmo, en mi misma dirección.
Miro esa figura: es una mujer. Es hermosa.
Ella también me ve. Me mira.
La vuelvo a mirar.
Le sonrío... Me sonríe.
Un momento después, ella sigue su camino y yo apuro el paso porque espero ansiosamente otra oportunidad para cruzarme con esa mujer.
En la siguiente ventana me detengo un minuto.
Cuando ella llega, nos miramos a través de la ventana.
Le digo con señas lo mucho que me gusta.
Me contesta con señas, No sé si significan lo mismo que las mías, pero intuyo que ella entiende lo que quiero decirle.
Siento que me quedaría un largo rato mirándola y dejándome mirar, pero se que mi camino continua...
Me digo que, quizá, más adelante en el camino habrá seguramente una puerta. Y a lo mejor yo puedo cruzarla para encontrarme con ella.
Nada da más certeza que el deseo, así que me apuro para encontrar la puerta que imagino.
Empiezo a correr con la vista clavada en el muro.
Un poco más adelante, la puerta aparece.
Allí está, al otro lado, mi ahora deseada y amada compañera. Esperando... Esperándome...
Le hago un gesto. Ella me devuelve un beso en el aire.
Me hace una seña como llamándome. Es todo lo que necesito. Avanzo contra la puerta para reunirme con ella, a su lado del muro.
La puerta es muy estrecha. Paso una mano, paso el hombro, hundo un poco el estómago, me retuerzo un poquito sobre mí mismo, casi consigo pasar mi cabeza... Pero mi oreja derecha se queda atascada.
Empujo.
No hay forma. No pasa.
Y no puedo usar mi mano para retorcerla, porque no podría poner un dedo allí...
No hay espacio suficiente para pasar con mi oreja, así que tomo una decisión... (Porque mi amada esta allí, y me espera).
(Porque es la mujer con la que siempre soñé y me está llamando...)
Saco una navaja de mi bolsillo y, de un solo tajo rápido, me atrevo a darme un corte en la oreja para que mi cabeza pase por la puerta.
Y lo condigo: mi cabeza consigue pasar.
Pero, después de mi cabeza, veo que es mi hombro el que queda atrapado.
La puerta no tiene la forma de mi cuerpo.
Hago fuerza, pero no hay remedio. Mi mano y mi cuerpo han pasado, pero mi otro hombro y mi otro brazo no pasan...
Y nada me importa, así que...
Retrocedo, y sin pensar en las consecuencias, tomo impulso y fuerzo mi paso por la puerta. 
Al hacerlo, el golpe desarticula mi hombro y el brazo queda colgado, como sin vida. Pero ahora afortunadamente, en una posición tal que puedo atravesar por la puerta...
Ya casi estoy al otro lado
Justo cuando estoy a punto de terminar de pasar por la hendidura, me doy cuenta de que mi pie derecho se ha quedado enganchado al otro lado.
Por mucho que me esfuerzo y me esfuerzo, no consigo pasar.
No hay forma. La puerta es demasiado angosta para que mi cuerpo entero pase por ella.
Demasiado angosta: no pasan mis dos pies...
No lo dudo. Estoy ya casi al alcance de mi amada.
No puedo echarme atrás... Así que, agarro el hacha y, apretando los dientes, doy el golpe y desprendo la pierna.
Ensangrentado, a saltos, apoyado en el hacha y con el brazo desarticulado, con una oreja y una pierna menos, me encuentro con mi amada.
-Aquí estoy. Por fin he pasado. Me miraste, te miré, me enamoré. He pagado todos los precios por ti. Todo vale en la guerra y en el amor. No importan los sacrificios. Valían la pena si era para encontrarse contigo, para poder seguir juntos... Juntos para siempre....

Ella me mira mientras se le escapa una mueca.
-Así no, así no quiero... A mi me gustabas cuando estabas entero. 
Sólo por amor - Jorge Bucay

miércoles, 2 de octubre de 2013

Al pasar

Al cruzar caminando la frontera
se ve el mundo como acaba.
Al cruzar caminando la frontera
se rompen los nudos que me ataban.
Al cruzar vi pasar mi vida entera.
Al cruzar sin aliento me quedaba.

Al pasar mirando el mar
el cielo y el agua se hacen uno.
Al pasar mirando el mar
vi las olas mecidas por Neptuno.
Querían saltar y poderme alcanzar.
Dejaré que puedan si lo ves oportuno.

Al llegar a la playa
la arena se metía entre mis dedos.
Al llegar a la playa
se perdieron todos mis miedos.
Era mi lugar, ahora es tu playa.
Me pierdo allí. Desorientado quedo.

El tiempo pierde su fuerza
si le miras fijamente a los ojos.
Cuanto más grande es tu firmeza
más pronto te libras de su enojo.

Mas las cicatrices no se borran.
Solo sanan si acompaña la suerte.
Los cortes profundos no se van
hasta que no se los lleva la muerte.

Y mientras en vida,
¿ya qué nos queda?
Buscar una salida,
por la puerta de atrás en la vereda

Y cuando nadie estaba, yo estaba... ¿recuerdas?


martes, 1 de octubre de 2013

Isbiliya

Ciudad lejana.
Ciudad cercana.
Ciudad lejos de mi plata.
Ciudad de torres de oro.
Ciudad de luz a oscuras.
Ciudad de estrellas.
Ciudad sin ley.
Ciudad de puentes y de parques.
Ciudad para recordarte.
Ciudad para olvidarte.


Si todos los caminos llevan a Roma, el mío se extravió hace tiempo. O quizás simplemente me quede mucho para llegar. El reloj pasa lento, las horas se hacen interminables a veces. Respiro hondo. Me miró al espejo y descubro lo mismo una y otra vez: No soy más que un niño pequeño metido en el cuerpo de un adulto. 
Mi reflejo en el espejo me dice más de lo que cualquier persona pueda decirme. A veces me veo con ganas de llorar, pero no puedo si alguien me mira, si yo me miro. Otras veces me veo cansado, como si no aguantase más mi ritmo de vida. Sin embargo, aguanto. A decir verdad no hago mucho más que eso con el paso de los días. Perdí el rumbo y aquí estoy, sin saber explicar lo que pienso. ¿O es que me avergüenza reconocer lo que me pasa?
He desnudado mi alma hasta que con solo una frase reconozcas si todo iba bien o si todo iba mal. He roto todas las barreras que tenía ante mí por el ímpetu de dar lo poco que tenía. He hecho callar a mil bocas por solo escuchar tu voz. He sido distinto, sin dejar de ser igual. He dejado de ser yo sin dejar de ser yo mismo.
Y al final, cuando acepto que ya no está, que la realidad es más fuerte que los sueños, me encuentro aquí. Sin mirar atrás, sin mirar hacia delante. Estancado en esto que llaman presente, en una guerra continua día a día por tratar de calmar mis heridas. Un dolor que quema y hiela mi interior a la vez.
No puedo escuchar el mar desde aquí, solo veo un río que me lleva a casa. No quiero mirar el mapa. Solo quiero perderme por calles olvidadas, por calles de sueños rotos. Todo es nuevo. Sin embargo, veo detalles de mi pasado por todas partes. No haces daño hasta que te lo hacen. No dejas de hacerlo hasta que te lo vuelven a hacer.
No tengo la menor idea de si esta luz que veo es la salida del túnel. Solo cuando pasa el tiempo puedes reconocer si ganaste o perdiste, si tus acciones fueron positivas o no. 
Solo entiendo que las cosas han cambiado. 
Ya no estás. 
¿Y yo? 
Yo ya tampoco estoy.