martes, 1 de octubre de 2013

Isbiliya

Ciudad lejana.
Ciudad cercana.
Ciudad lejos de mi plata.
Ciudad de torres de oro.
Ciudad de luz a oscuras.
Ciudad de estrellas.
Ciudad sin ley.
Ciudad de puentes y de parques.
Ciudad para recordarte.
Ciudad para olvidarte.


Si todos los caminos llevan a Roma, el mío se extravió hace tiempo. O quizás simplemente me quede mucho para llegar. El reloj pasa lento, las horas se hacen interminables a veces. Respiro hondo. Me miró al espejo y descubro lo mismo una y otra vez: No soy más que un niño pequeño metido en el cuerpo de un adulto. 
Mi reflejo en el espejo me dice más de lo que cualquier persona pueda decirme. A veces me veo con ganas de llorar, pero no puedo si alguien me mira, si yo me miro. Otras veces me veo cansado, como si no aguantase más mi ritmo de vida. Sin embargo, aguanto. A decir verdad no hago mucho más que eso con el paso de los días. Perdí el rumbo y aquí estoy, sin saber explicar lo que pienso. ¿O es que me avergüenza reconocer lo que me pasa?
He desnudado mi alma hasta que con solo una frase reconozcas si todo iba bien o si todo iba mal. He roto todas las barreras que tenía ante mí por el ímpetu de dar lo poco que tenía. He hecho callar a mil bocas por solo escuchar tu voz. He sido distinto, sin dejar de ser igual. He dejado de ser yo sin dejar de ser yo mismo.
Y al final, cuando acepto que ya no está, que la realidad es más fuerte que los sueños, me encuentro aquí. Sin mirar atrás, sin mirar hacia delante. Estancado en esto que llaman presente, en una guerra continua día a día por tratar de calmar mis heridas. Un dolor que quema y hiela mi interior a la vez.
No puedo escuchar el mar desde aquí, solo veo un río que me lleva a casa. No quiero mirar el mapa. Solo quiero perderme por calles olvidadas, por calles de sueños rotos. Todo es nuevo. Sin embargo, veo detalles de mi pasado por todas partes. No haces daño hasta que te lo hacen. No dejas de hacerlo hasta que te lo vuelven a hacer.
No tengo la menor idea de si esta luz que veo es la salida del túnel. Solo cuando pasa el tiempo puedes reconocer si ganaste o perdiste, si tus acciones fueron positivas o no. 
Solo entiendo que las cosas han cambiado. 
Ya no estás. 
¿Y yo? 
Yo ya tampoco estoy.

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