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+ ¿Qué te pasa? Estás raro...
- A mí nada, ¿y a tí?
+ ¿De verdad que no te pasó nada?
- Bueno... Algo pasa.
+ ¿Y por qué no me lo cuentas como siempre?
- No sé... ¿Quieres saberlo?
+ Claro que sí.
- De un tiempo para acá me dí cuenta de que le he cogido demasiado cariño a alguien. Más del que debería. Y es una mierda no poder decirle todo.
+ ¿Qué le tienes que decir?
- Que es por ella por la que salgo cada día a la calle para ver si la veo, la última persona en la que pienso al acostarme y la primera al despertarme, es alguien increíble... Y me molesta pensar que le da igual lo que siento. Me encantaría poder decirle todo ésto en persona, pero soy incapaz. Además, ya me sé la respuesta...
+ No creo que le des igual, deberías decírselo. Y tampoco pienso que debas estar tan seguro de la respuesta. ¿Quién es?
- ...
+ ¿Qué?
- Eres tú, imbécil. No sé el motivo, pero eres tú y no otra cualquiera. Me siento un gilipollas ahora mismo. No sé ni para qué te lo reconozco.
+ Ya, me lo imaginaba en realidad desde hace tiempo.
- ¿Y?
+ Que yo siento lo mismo, pero es por otro...
- Yo también lo sabía, por eso no quería que me hicieses perder el tiempo. Y él pasa de tí.
+ Lo sé, tienes razón, pero no puedo... Espero que nada cambie entre nosotros.
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¿Es justo?
Pues a todos nos ha pasado.
Ley de vida...
Ofrecer amistad a quien pide amor es como dar pan a quien se muere de sed