La vida es como una montaña rusa, llena de altibajos...
Comencemos lentamente, como si fuera un tranquilo paseo.
Seguidamente, comenzamos a subir poquito a poco, sin prisa pero sin pausa, para llegar hasta donde nunca antes habíamos llegado.
De repente, una brusca sacudida nos hace bajar, nos damos cuenta de que estamos cayendo de repente.
Cuando pensamos que todo ha acabado, volvemos a subir, otra vez a bajar, así sucesivamente...
Hasta que llega el momento en que todo se tranquiliza y volvemos al punto de partida, donde empezamos nuestro recorrido.
Puede haber cuantos viajes como estos quiera el azar, los altibajos depende de la clase de montaña rusa en que te haya tocado montarte, aunque siempre consistirá en prácticamente lo mismo.
Subir, bajar, mantenerse... Eso no depende de nosotros. Son solos ciclos que pueden durar más o menos, pero en los que no podemos intervenir.
No por vivir más eres sabio, ni por fingir eres mentiroso.
Tendrás más conocimientos por cuantos más altibajos pases, no serás mentiroso si finges no estar preocupado por todo lo que se te viene encima.
Lo único cierto es que no tuvimos la oportunidad de decidir si queríamos subirnos o no.
Eso sí, solamente por los momentos en los que estamos en lo más alto, merece la pena el mayor regalo que nos han hecho nuestros padres...
Así que no es justo destrozar el mayor regalo que existe en el universo.
Aunque cada uno es libre para hacer con su regalo lo que quiera...
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