martes, 16 de octubre de 2012

Bohemia

Es el típico día en el que todo lo que te puede salir mal, te va mal.
Todo el mundo tenemos ese día de vez en cuando.
''¿Sobraré acaso?''
Los segundos van pasando, llega la noche y todo acaba.
...
Puede que hoy sea ese típico día.
El día en que me gustaría salir corriendo desde mi casa hasta la playa.
No importa la distancia que haya, nunca la conté pero siempre va a estar ahí.
Ir rápido, tratando de cortar el viento, que mis oídos puedan escucharlo. 
Quitarme los zapatos y volver a sentir la tierra entre mis pies, aunque esté fría.
Andar un poco y quedarme sentado justo en frente del mar, casi rozándolo en la arena húmeda.
Fijar la vista entre las olas y poco a poco perderme en el infinito.
Con o sin música, alejarme de la costa poco a poco.
Llegar a ese lugar donde el cielo y el agua se funden en uno.
Dejar que mi mente vuele, como si estuviera bajo los efectos de una droga.
Que el tiempo pase, como cuando te da un abrazo una persona a la que estimas.
Ver como anochece lentamente y la oscuridad va cayendo encima mía.
Apurar al máximo esos instantes hasta que no me quede más remedio.
Dar media vuelta y prometerme a mí mismo que volveré.
Abandonar la playa dejándola sola de nuevo.
Y entonces, regresar.
Será el mismo camino que en la ida, la diferencia es que vuelvo a ser yo.
 
 
Si ves lo que te quiero decir estás equivocado, tienes que sentirlo.
Las pequeñas cosas son las que nos devuelven la felicidad.
El Sol poniéndose, la arena fría entre tus pies, las olas rompiendo y la brisa del mar.
Son mis luces de bohemia.



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