En un segundo pasas de no querer a no poder y arrepentirte, e incluso puedes pasar de tenerlo todo a no tener nada. Y te quedas pasmado, sin poder reaccionar, pensando en que se te escapó de las manos algo que agarrabas con tanta fuerza que parecía que no se te podía escapar nunca. Cada segundo es oro.
Cada segundo puede ser la última vez. Esa última vez en que puedes mirar a una persona antes de separarte de ella por algún motivo. Esa última vez en la que puedas compartir con esa persona un momento, que puedas mirarla a los ojos y sentir que forma parte de tí con un beso que puede ser el último. Esa última vez que puedas hacer algo, y por culpa de un segundo de indecisión, no puedas volver a hacerlo nunca más.
Un para siempre puede ser cuestión de una vida entera, o quizás solo sea eso, unos pocos segundos. No existe una persona que te pueda asegurar que algo será eterno, ni que algo solo será cuestión de días. Nadie sabe nada sobre lo que pasará en su vida, solo podemos decidir nuestros pasos que marcaran el camino que recorremos.
Una vida es para vivirla exprimiendo cada segundo como si fuera el último, no para vivirla entre cadenas de sal. Lo más importante es no ser prisionero de uno mismo, no crear una jaula de la que sientes que no puedes salir. Vive, sabiendo que lo que tienes es lo que quieres, que tu búsqueda es lo que más te merece la pena. En definitiva, hay que sentir que vives, no que mueres cuando cada segundo se vuelve tiempo perdido de arrepentimiento. Decide bien a quien quieres regalarle tu tiempo, porque no podrás recuperarlo.
Podremos equivocarnos más o menos veces, lo que es seguro es que avanzamos. No busques explicaciones en algo que no tiene sentido: Nos pasamos la vida esperando a que algo pase,y lo único que pasa es la vida misma.
Suene la canción que suene, siempre sabré cuál es mi favorita.
Mi favorita, aunque yo no la elegí, ni el momento, ni el lugar.
Solo sé que mi canción favorita eres tú.
Tú, todo lo que tenga que ver contigo.
Y ese siempre es el más sincero que puedo dar a nadie.
Cuando alguien pierde el norte significa que
pierde la razón, que se comporta de forma desordenada y errática, como si
estuviese desorientado, como no supiera dónde está, quién es, ni cómo debe
comportarse.
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