Muchas veces he dicho que las personas nos movemos buscando la felicidad.
Pero para ello debemos buscar nuestro camino, nuestra forma para conseguirla.
¿Y bien? Yo diría que podemos buscarla mediante dos formas que se contradicen bastante.
Podemos buscar la felicidad a través de nosotros mismos o a través de las relaciones con los demás.
La primera forma consiste en pensar que nadie te cuidará de tí si no lo haces tú mismo, por eso se vive buscando siempre el placer para uno mismo. En la segunda buscamos la felicidad ayudando a los demás a mejorar su día a día. Es decir, en la primera se busca el beneficio personal (sin darle mucha importancia a la vida de los demás, si es necesario hacer daño, se hace), mientras que con la segunda búsqueda se ayuda a esas personas que te rodean, de esta manera si una persona le ánima a otra obtendrá la felicidad.
¿Qué es mejor? Posiblemente la primera opción sea la más atractiva: alguien que no tiene miedo a hacer daño si es necesario para su bienestar. Ahora bien, créanme, no hay nada que te haga más feliz que ayudar a los demás. Cuando ves que una persona se ánima gracias a que tú hablas un ratito con él o ella, es increíble. Para mí merece muchísimo más la pena.
Llevo intentando ayudar a la gente desde hace mucho tiempo, mucha gente lleva intentando ayudarme a mí durante ese mismo tiempo. Es posible que los que estaban al principio no estén ya aquí, bien por mi culpa, bien por la de ellos. Pero (por mi parte al menos) no puedo olvidar a esos que me escucharon, porque dejé una parte de mí en ellos. Y no por haberse ido esa gente se borrará de mi vida, al contrario, formaron parte de ella, a veces incluso fueron fundamentales.
Si optas por la primera opción debes tener cuidado. Como el capitalismo, puede parecer que todo está bien cuando de repente entras en una gran crisis y te quedas sin nada. Al fin y al cabo es un todo o nada, porque la gente se dará cuenta tarde o temprano de que solo piensas en tí. Y eso es un riesgo demasiado grande, puedes quedarte solo. Ahora, bien es cierto que es preferible hacer daño tú a que te lo hagan.
Sea como sea, es respetable cualquiera de las dos opciones. Eres tú el que debe decidir que camino tomar, y no hacer caso de lo que dice un loco que intenta escribir todos los días en un blog. Para mí está claro: no sirvo para hacer daño (me acabo haciendo más daño a mí que a la otra persona), por tanto, no sirvo para pensar en mí. Además, ¿hay algo más bonito que provocar la sonrisa de la persona que tienes delante?
La clave para ser feliz es una sonrisa... Encuéntrala.
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