La vida es un juego y las reglas ya están puestas.
Puedes jugar para ganar, luchando por lo que quieres.
Puedes dejarte llevar y acabarás perdiendo por goleada.
Puedes ganar siendo tal como eres o como quieren que seas.
Obviamente una de esas formas tiene mucho más mérito que la otra.
Tus compañeros de juego pueden hacerte daño. Tú también a ellos.
Podrás querer, podrás odiar... Pero lo que más te dolerá es la indiferencia.
Puedes rendirte, pero no habrá más partidas...
¿Era cómo te esperabas?
¡Supongo que no, pero bienvenid@ al mundo real!
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